Cuando un perro se muere, cuando tu mascota se va para siempre

Es difícil para muchas personas asimilar la muerte de un perro, en especial si se trata de la mascota a quien consideramos parte de nuestra familia y que de hecho vive con nosotros durante años. La muerte de un perro es igual de dolorosa que la muerte de un ser querido, por lo que tendremos que hacer el duelo a nuestra mascota.
A mi me ha pasado hace unos días y la impotencia de sentir que tu mascota se ha ido es abismal. Ya no lo encontraré en casa cuando regrese, ya nadie me recibirá como él solía hacerlo, todas esas cosas se han ido, pero aún queda el recuerdo de los buenos momentos guardado en mi corazón y eso es lo que no tenemos que olvidar nunca.

Cuando tu perro muere…

  • Una de las cosas más terribles que atravesarán las personas que han perdido a su perro, no se centrará solamente en el día específico de la muerte, que si bien es muy doloroso y toda la ceremonia del entierro, si la hay, también lo es, el rato más amargo llegará luego, cuando en los días siguientes te des cuenta de que tu mascota ya no está más.
  • Los perros son los de los animales más inteligentes que podemos encontrarnos, y si bien ellos sufren con la perdida de su dueño (se conocen muchos casos de perros que fallecen al poco tiempo de que lo haya hecho su dueño), también cuando ellos ya no están el dolor es insuperable.
  • No es algo «extraño» o «incomprensible» el que nos sintamos rotos ante la perdida de nuestra mascota, sea un perro, un gato o cualquier otro animal que nos haya acompañado durante un periodo de nuestra vida.
  • A diferencia de las personas, los perros por ejemplo, no reclaman nada más que caricias y que les cuidemos, pero a cambio nos lo dan todo y de hecho aportan alegría cada vez que llegamos a casa cansados del trabajo o cuando estamos enfermos se colocan a nuestro lado para que nos sintamos en compañía.
  • Para ellos somos parte de la manada, y como tal, siempre podemos confiar en que con su amor nos van a reconfortar siempre. La pena viene cuando nos damos cuenta que pasados diez o doce años el animal fallece y con él se van muchos momentos felices.

La pérdida de una mascota

  • En mi caso, por ejemplo, mi mascota venía todos los días a eso de las 3 de la tarde y rascaba la puerta de mi cuarto para quedarse a dormir aquí un rato, mi mascota ya no está más, pero a los dos días de su muerte me pareció escuchar un ruido en mi puerta, pensé que sería él, peor me acordé que ya no está aquí conmigo (algo que le sucede a todas aquellas personas que en alguna ocasión han tenido un perro o un animal de compañía).
  • Como este tipo de cosas, pasarán muchas que inundarán nuestros recuerdos, sin embargo, lo mejor de todo es recordar a ese ser querido, a nuestra querida mascota, como solía siempre ser, con la alegría de los buenos ratos que pasamos, recordando sus travesuras, pero sin pena, sino con la alegría de saber que ahora nuestro perro está descansando y que en algún momento, tarde o temprano, nos volveremos a encontrar.

Nunca tenemos que sentirnos avergozados de nuestra tristeza ante la perdida de un animal de compañía. Sólo nosotros sabremos hasta donde nos puede doler y de qué manera podemos encontrar consuelo en su memoria y recuerdo para seguir adelante.

A Rocco, mi perrito que ya está en el cielo.

Os dejo un video en el que se habla sobre la perdida de mascotas con niños:

Como hablar con los niños sobre la pérdida de su mascota

Los niños son los que más sienten las pérdidas de las mascotas y la manera en la que se lo van a tomar y cómo debemos actuar con ellos dependerá de la edad del niño y de su personalidad a la vez del vínculo que tenía con la mascota en sí. Estos son factores que vamos a necesitar tener muy en cuenta a la hora de explicarle a nuestros hijos lo que ha pasado y, en función de su edad, los papás veremos qué es lo mejor explicarles, si la realidad de la muerte de todos los seres vivos o bien si es mejor explicarles que están en el cielo con otros perritos, etc. Veamos algunos consejos que os pueden ser de lo más interesantes a la hora de hablar con los niños sobre ello:
Cuando un perro se muere, cuando tu mascota se va para siempre
– No hay tabúes: ten en cuenta que los niños se dan cuenta de muchas cosas aunque no siempre nos lo digan. Es por ello que es importante tener en cuenta que debemos hablar abiertamente con ellos y responderles a todas las preguntas que nos hacen. La manera en la que le demos las respuestas será diferente con la edad, pero es importante responder todas sus preguntas.
– No tratéis de sustituir al animal: vuestro hijo estaba unido a una mascota y querer sustituirla no es algo que le vaya a hacer bien. Lo que debéis hacer es darle tiempo a superar esta pérdida que, como a todos, les va a llevar un tiempo y después él mismo os dirá si quiere otra mascota o no.
– Dadle tiempo: es importante que el niño se sienta apoyado y con tiempo para superar la pérdida. Lo que no podemos hacer, por mucho que nos duela, es intentar que nuestro hijo asuma el proceso de una manera más rápida de lo normal. Cada niño tiene su propio carácter y cada uno lo asume a su manera y a su tiempo.
Cuando un perro se muere, cuando tu mascota se va para siempre
– Dejad que se exprese: dejad que hable de ello, llore, os abrace y todo lo que necesite. Los niños pueden ser muy variables y es mejor que puedan sacar todo lo que tienen dentro. De este modo, los padres también nos aseguraremos que está sacando toda la tristeza que hay en él y que evitaremos problemas en el futuro.
– Cuidado con el estado de ánimo: los niños, como los mayores, pueden sentirse deprimidos y, en algunos casos, es incuso necesario llevar al niño a un especialista infantil para que le haga todo el proceso mucho más simple. Si ves que tu hijo está siempre triste, que no mejora con el paso de los días y que su estado de ánimo no es normal, lo mejor que puedes hacer es consultar con un profesional. Con todo, debes recordar que el período que cada uno necesitamos para hacernos a la muerte de alguien o de una mascota es diferente, por lo que debemos respetar el tiempo que necesite nuestro hijo y estar, en todo momento, a su lado y pendiente de él.
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