La conexión del gato con bebés y niños: cómo hacerlo adecuadamente

Los gatos son, junto a los perros, una de las mascotas familiares más frecuentes en nuestro país. Y no es de extrañar. Son silenciosos, fáciles de cuidar, independientes… en definitiva, son una combinación perfecta para familias ocupadas con niños. Además, criar niños con mascotas proporciona muchos beneficios. Pero, ¿cómo podríamos presentar un nuevo gato a los niños? Como seguramente sabrás, estos animales se caracterizan por ser tremendamente territoriales, y al comienzo puede no ser muy fácil. Te lo contamos.

La conexión del gato con bebés y niños

De acuerdo a la Academia Estadounidense de Psiquatría Infantil y Adolescencia, las mascotas ofrecen muchos beneficios a los más peques de la casa. Por ejemplo, pueden enseñar empatía y compasión, brindar amor, lealtad y afecto, fomentar la autoestima, promover la actividad física, enseñar responsabilidad, proporcionar valiosísimas lecciones de vida, proporcionar una conexión con la naturaleza…

Por tanto, ¿qué amante de los gatos no querría compartir estos maravillosos valores con sus hijos? No hay duda que éstos se sienten naturalmente atraídos por los mininos, pero debes tener en cuenta algo fundamental: es importantísimo establecer algunas reglas básicas para la seguridad de los gatos y los niños, ya que los rasguños y las mordeduras pueden representar un riesgo para la salud del pequeño.

La clave se encuentra en observar las interacciones en todo momento, así como enseñar a los niños sobre cómo manejar a los gatos con la mayor amabilidad y respeto.

Gatos y bebés

La mayoría de los gatos tienden a mantenerse alejados del bebé, especialmente cuando llega a casa y se convierte en un absoluto extraño para él, especialmente en lo que a sonidos y olores se refiere. Los nuevos padres, a menudo, están ocupados, cansados y mucho menos centrados en la mascota familiar de lo que solían estar con anterioridad. Por tanto, existen algunas sugerencias para que todo salga mejor:

  • Riesgo de asfixia. Aunque no es verdad que el gato “succione el aliento del bebé” (un mito sin ningún tipo de realidad ni mucho menos evidencia científica), existe un riesgo de asfixia si el gato se pone encima del bebé para dormir. Por tanto, nunca permitas que un gato duerma con el bebé. Simplemente cierra la puerta -con el vigilabebés encendido-, o si prefieres dejar la puerta abierta, puedes instalar una puerta con malla económica.
  • Presentación. Antes de que el bebé llegue a casa, introduce nuevos muebles y ropa de cama. Y mientras el recién nacido se encuentra aún en el hospital, puedes llevar a casa una mantita, un body o un pañal con el olor del bebé. Esto disminuirá el impacto del gato cuando el bebé finalmente llegue a casa.
  • Tiempo. Aunque estés ocupado/a, trata de reservar unos días para jugar con el gato y estar con él, como hacías en los viejos tiempos. Esto le asegurará al minino que algunas cosas no han cambiado.
  • Descubrimiento. Anima a tu gato a investigar mientras sostienes o das de comer al bebé. Tranquilízalo suavemente y anímalo a olfatear o investigar. Lo ideal es tratar de ayudar al gato a satisfacer su curiosidad mientras forma asociaciones positivas con el nuevo miembro de a familia.

El gato y los niños pequeños

No hay duda: cuando el bebé empieza a moverse es cuando comienza la verdadera diversión… ¡pero no para el gato!. El niño pequeño considera que el gato es como un juguete de peluche, que además se mueve, y desea apretarlo, pincharlo o perseguirlo. En este sentido, los niños pequeños no tienen la capacidad que tenemos los adultos a la hora de leer el lenguaje corporal de un gato, o descubrir cuando éste se encuentra enojado o agresivo.

El gato y los niños pequeños

Incluso el gato más seguro puede sentir peligro, y el más gentil y tranquilo puede atacar a cualquiera cuando se encuentra acorralado o herido. Por tanto, ten en cuenta algunos de los consejos que te indicamos a continuación:

  • Nunca los dejes solos sin la debida supervisión adulta.
  • Enseña a tu hijo cuál es la forma correcta a la hora de interactuar con el gato. Muéstrale cómo debe acariciar suavemente la cabeza y la espalda, evitando las zonas más sensibles, como la cola, las patas o el vientre.
  • Las voces más tranquilas son también imprescindibles.
  • No debe perseguir al gato. Si huye y escapa, significa que ya ha tenido suficiente.

El gato y los niños mayores

Los niños en edad escolar pueden mostrar más confianza, y además, están listos para aprender lecciones importantes acerca del cuidado del minino.

Eso sí, no se debe permitir el juego brusco que solo alientará al gato a utilizar dientes y garras, no permitas que el niño se burle del gato (es mejor enseñar la diferencia entre burlarse y jugar), y además es importante enseñarlo a manejar adecuadamente al gato.

También es útil involucrar al niño mayor en el cuidado del gato. Por ejemplo, los niños de 7 u 8 años pueden reponer los cazos del pienso y del agua. Mientras que el niño de 10 años puede cepillarlo suavemente o incluso ayudarte a mantener limpia la bandeja de arena.

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